Más aromas, texturas, colores y sabores se presentan en los platos de sanatorios y establecimientos de salud. La importancia del trabajo en equipo entre los profesionales de la gastronomía y de la nutrición. De las hierbas aromáticas a los moldes temáticos.
Aburrida, sin sabor, reiterativa. Durante muchos años las comidas de hospitales, clínicas y demás instituciones fueron popularmente conocidas por sus pocas virtudes. Sin embargo, la tendencia se revierte poco a poco con propuestas que, sin dejar de lado el valor nutricional ni el cuidado del paciente, ofrecen opciones dignas de un restaurante.
Para ello intervienen médicos, chefs y nutricionistas que trabajan codo a codo con el fin de que desayuno, almuerzo, merienda y cena sean experiencias placenteras, aunque se den en el marco de una internación.
Esta tendencia gourmet dentro de los centros de salud impone un cambio a través de al menos cuatro de los cinco sentidos. Así, los platos se disfrutan desde el gusto, el olfato, la vista y el tacto.
¿MENOS GUSTO QUE COMIDA DE HOSPITAL?
Si bien el objetivo es que las comidas dejen de ser aquel poco tentador caldo o ese clásico pollo hervido con puré, siempre se organiza cada menú de modo personalizado y teniendo en cuenta las necesidades de cada persona.
María Victoria Guaglianone, Nutricionista Supervisora de Operaciones Grupo L, explicó: “Recibimos las planillas con la indicación de cada paciente y la dietoterapia que estos necesitan”. La diferencia, entonces, la marcan determinadas innovaciones que no afectan a la cuestión médica.
La especialista mencionó así que desde Nutrire, unidad de servicios de alimentación para instituciones públicas y empresas, trabajan junto al equipo de nutrición de cada hospital y centro de salud para ofrecer platos que, además de saludables, sean apetecibles. Esto, por ejemplo, de la mano de la decoración: colores, texturas, consistencia y más son parte de la estrategia.
“Se busca consensuar con el equipo de nutricionistas de la clínica: tratamos de agregarle color, pero siempre respetando la indicación; consultamos para ver qué condimentos podemos utilizar en cada caso particular y también intentamos que a la hora de recibir la bandeja esté bien decorada”, añadió.
Un párrafo aparte merece el reemplazo de la sal, ya que ésta representa un problema ante varios diagnósticos. En este caso se recurre a condimentos aromáticos que no generan ninguna alteración en la comida y permiten realzar el sabor de los alimentos. “Usamos hierbas aromáticas, caldos caseros para hervir algunas pastas o arroz”, detalló la especialista de la empresa que está a cargo de la gastronomía de Sanatorios Las Lomas y Otamendi, Fundación Favaloro, entre otros.
En cuanto a las harinas, la de trigo dejó de ser la única opción del mercado. Así, suelen suplantarse por harina de almendra, de arroz y de otras legumbres para aquellos pacientes que no pueden consumir trigo, avena, cebada o centeno. Como en el más exclusivo de los restaurantes, pero en el hospital.
TODO ENTRA POR LOS OJOS
Con el fin de ofrecer comida visualmente atractiva, apuestan a diversas estrategias. Guaglianone contó que un utensilio esencial para esto son los dispensers tipo mostaceros, que “tienen un papel importante a la hora de verter las preparaciones, ya que al jugar con el color se logra un plato más vistoso”.
En cuanto a frutas y verduras, las posibilidades parecen infinitas. La nutricionista afirmó: “Jugamos con los vegetales, por ejemplo, al hacer una flor con un tomate. En el caso de los postres se utilizan kiwis y frutillas que tienen los colores que más contraste hacen con, por ejemplo, un flan”.
Otro destacado, inédito hasta hace algún tiempo dentro del menú en la salud, son los moldes que permiten formas diferentes a las habituales. Para el sector pediátrico y, haciendo gala de la famosa frase que sostiene que también se come con los ojos -en referencia a la importancia de la apariencia del plato- para los niños utilizan moldes con formas de caras, estrellas, corazones y flores.