En muchas ocasiones se pueden ver hileras de rosales plantados junto a las vides. La razón de esto supera la propia estética, en realidad la función de las rosas es que sirvan de alertas ante posibles plagas y enfermedades que puedan afectar a los viñedos.
Un viejo dicho afirma que la naturaleza es sabia, y es por eso que los elementos naturales nos ofrecen a menudo soluciones sencillas para los problemas que nos plantea el cultivo de la uva. Las vides pueden ser afectadas por diversas enfermedades y plagas, cuya aparición puede suponer que se pierda la cosecha del año.
Ante esto, las plantas y flores que rodean el viñedo pueden suministrarnos información sobre sus enfermedades, la fenología o la climatología. Las rosas sembradas junto a las vides pueden brindar información que permita detectar a tiempo afectaciones considerables en el cultivo y sus posibles intervenciones.
Tanto las rosas como las uvas son susceptibles a contraer las mismas enfermedades causadas por hongos. Y las rosas, muestran síntomas con anterioridad a que se manifiesten en las vides, por lo que a los viticultores les sirven de alarma ante la aparición de estas enfermedades.
De esta manera, si se detectan con anterioridad se pueden afrontar con los tratamientos apropiados y así evitar la pérdida de la cosecha. Los rosales sirven como sistema de “alarma” para los viñedos.
A pesar de que la estética no es el principal motivo de plantar rosas en los viñedos, lo cierto es que el toque decorativo que aportan también es un factor importante.
En definitiva, los rosales otorgan un toque de color vistoso en los viñedos y, además, muchos viticultores hacen coincidir el color de las rosas con el de las uvas plantadas, como una especie de aviso visual de la variedad cultivada.