Los clásicos de la cocina argentina siguen ocupando un lugar central en la celebración por la Semana de Mayo, pero hoy encuentran nuevas formas de sorprender. Cómo cambiaron los hábitos de consumo de los argentinos.
Durante la Semana de Mayo, los argentinos conmemoran la Revolución de Mayo de 1810, un momento clave en la historia nacional que marcó el inicio del camino hacia la independencia. Esta fecha, más allá de su importancia política, es una oportunidad para reencontrarse con los sabores tradicionales que evocan la identidad y el orgullo nacional.
Desde hace generaciones, en esta jornada patria se comparten en familia o con amigos platos emblemáticos de la cocina criolla. El locro, las empanadas, la carbonada, los pastelitos y los bizcochitos son infaltables en la mesa de esta semana. Sin embargo, en un contexto donde los hábitos de consumo están en plena transformación, muchas de estas recetas se están reinterpretando para mantenerse vigentes sin perder su esencia.
Según el informe Taste Tomorrow, desarrollado por Puratos, la foodtech especializada en elaborar soluciones de panadería, pastelería y chocolate, el 73 % de los consumidores valora que los productos nuevos tengan algún elemento familiar. Esta búsqueda de confort y autenticidad marca el camino para quienes trabajan en la industria alimentaria y quieren conectar emocionalmente con sus clientes.
“Las recetas del 25 de mayo están profundamente arraigadas en nuestra memoria afectiva. Pero eso no significa que no podamos actualizarlas con nuevos ingredientes, presentaciones o sabores que sorprendan sin alejarse de lo tradicional”, explica Sofía Mallaviabarrena, Regional Marketing Manager de Puratos. “La clave está en respetar la historia, pero hablándole al consumidor de hoy”, agrega.
En este sentido, surgen propuestas que modernizan los clásicos sin romper con la tradición. Por ejemplo, una medialuna rellena con crema de maní puede ofrecer una experiencia nueva con un sabor que remite a lo casero. Otro ejemplo es la clásica pastafrola, ahora se reversiona con relleno de frambuesa y no solo con el tradicional membrillo.
También los pastelitos, símbolo indiscutido de esta fecha patria, se renuevan: conservan su forma y textura crocante, pero algunos panaderos ya optan por rellenos frutales alternativos o presentaciones más cuidadas que elevan su estética. Esto tiene sentido si se considera que, según Taste Tomorrow, el 64 % de los consumidores cree que “los alimentos que se ven bien, saben bien”.
La industria también está apostando por el uso de ingredientes locales y procesos artesanales. “Hay una valorización creciente de lo que es hecho a mano y con ingredientes del lugar. La masa madre, por ejemplo, está ganando protagonismo en panes y bizcochitos, aportando una textura única y reforzando el vínculo con la producción local”, amplía Mallaviabarrena.
Esta preferencia por lo local no es menor: el informe de Puratos indica que el 39 % de los consumidores compra productos elaborados o producidos localmente al menos una vez por semana. Esto se traduce en una mayor percepción de calidad y autenticidad, dos valores muy buscados al momento de elegir qué comer.
El locro, uno de los platos estrella del 25 de mayo, también atraviesa procesos de actualización. Algunos cocineros optan por versiones vegetarianas. En la misma línea, se experimenta con condimentos y técnicas de cocción modernas que intensifican el sabor sin alterar el espíritu criollo.
Lo mismo ocurre con las empanadas, donde las versiones clásicas conviven hoy con rellenos gourmet o presentaciones en masa integral.
El alfajor de maicena, tan presente en la repostería argentina, también encuentra nuevas expresiones: con coberturas innovadoras o rellenos alternativos. Incluso los churros, ese símbolo de las meriendas patrias, suman nuevas variantes rellenas o bañadas en chocolate. “Es importante ofrecer opciones para todos los gustos, pero sin perder el alma de cada receta”, señala Sofía
Estas transformaciones no responden solo a una cuestión estética o de sabor. También buscan alinearse con los valores de los consumidores actuales, que priorizan lo saludable, lo local y lo emocionalmente significativo.
El 25 de mayo sigue siendo una de las fechas más relevantes para los argentinos, no solo por su carga histórica, sino por la posibilidad de celebrar la identidad nacional a través de la comida. Y en esa mesa donde conviven pasado y presente, los sabores patrios se renuevan sin dejar de ser lo que siempre fueron.