El arte milenario que encontró hogar en Buenos Aires

El sushi nació en las orillas de los ríos como un gesto de ingenio. Los pescadores descubrían que el arroz fermentado podía conservar el pescado por semanas. Aquel método de supervivencia, sencillo y eficaz, viajó a Japón y allí se transformó en un ritual. Cada pieza se volvió metáfora de paciencia, respeto por los ingredientes y búsqueda de belleza. Lo que había sido necesidad se elevó a arte.

Ese viaje silencioso y ancestral encontró en Buenos Aires un escenario fértil para reinventarse. Desde 2001, SushiClub se convirtió en pionero y referente del sushi premium en la Argentina. Con más de 40 locales y una impronta inconfundible, la marca no ofrece solo un menú: propone una experiencia. Sus espacios de luces cálidas, velas encendidas y mesas de madera crean un clima íntimo que acompaña al comensal en un recorrido sensorial. Comer en SushiClub es dejarse envolver por una atmósfera que invita al disfrute.

En la carta, cada pieza narra una historia. El Placer Real, sin arroz, con palta, palmito y queso crema, envuelto en tamago y salmón, bañado en maracuyá y terminado con crocante de batata, se convirtió en un ícono. Su contraparte porteña, el Buenos Aires Roll, con salmón, langostinos, palta y queso, envuelto en láminas de salmón y coronado con salsa de sésamo, celebra la fusión entre tradición japonesa y espíritu local.

La creatividad como firma de identidad
SushiClub
amplía su propuesta más allá del sushi. Las entradas sorprenden con combinaciones que cruzan fronteras: las Causitas Mar Adentro integran el pulpo glaseado con la acidez de la leche de tigre y la suavidad de la crema de palta, mientras que los Toshi Shrimps Rolls, con langostinos, queso y chutney de mango, suman textura y color en una pieza vibrante.

Entre los principales, el Salmón Teriyaki honra la simpleza que nunca falla, mientras que el Wok de mero y camarones, con vegetales en crema de ostras, muestra el costado más sofisticado de la cocina de mar. En paralelo, las ensaladas poke ofrecen frescura y nutrición, perfectas para el mediodía o para quienes buscan un equilibrio ligero.

La dulzura llega con carácter propio. La Degustación de chocolates propone un viaje compartido en cuatro tiempos, mientras que la Pasión de chocolate, con su volcán de corazón de maracuyá, helado de mascarpone y frutos rojos, transforma el final de la comida en un recuerdo imborrable.

La coctelería completa la experiencia con creaciones de autor y clásicos reinventados. El Richard, con vodka de mango, maracuyá, frutos rojos y naranja, transmite frescura tropical. El Irish Long Drink, en cambio, con whiskey, manzana verde y jengibre, suma notas intensas y especiadas. La carta se completa con vinos de bodegas prestigiosas, espumantes, cervezas, jugos y una cuidada selección de tés y cafés.

El servicio take away y los locales Deli&Take trasladan el ritual al hogar, con la misma dedicación en la presentación y en los detalles. Las cajas se reciben como cofres de pequeñas joyas que invitan a recrear la experiencia en casa.

Además, SushiClub entiende que la gastronomía también puede ser cultura compartida. Sus locales se transforman en escenarios de noches especiales con DJ en vivo, veladas de jazz y degustaciones que amplían la propuesta más allá de la mesa.

El secreto de SushiClub no está solo en sus recetas, sino en su mirada integral. Convirtió al sushi en un puente entre lo milenario y lo contemporáneo, entre lo ritual y lo urbano. Buenos Aires lo adoptó como propio, y hoy SushiClub es sinónimo de placer, sofisticación y encuentro. El arte del sushi, que comenzó en arroz fermentado a la orilla de un río, encontró en la ciudad un nuevo hogar para seguir contando su historia.

Por Flavia Tomaello, https://flaviatomaello.blog/, Instagram @flavia.tomaello